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¿Nos debería importar la OMC?

A Fernando de Mateo, excelente diplomático y negociador mexicano.

Producto del esfuerzo más importante en crear disciplinas multilaterales en materia económica, la Organización Mundial del Comercio (OMC) nació en 1995, hoy su relevancia es debatida.

Los ataques al libre comercio apuntan principalmente a instrumentos comerciales regionales existentes como el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), en proceso de negociación como la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión entre Estados Unidos y Europa (“TTIP”, por sus siglas en inglés) o en proceso de aprobación como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (“TPP”, por sus siglas en inglés).

La frustración de sus Miembros por no poder concretar la Ronda de Doha producto de la apuesta de privilegiar la agenda bilateral/regional sobre la agenda multilateral fue uno de los factores principales que relegaron a la OMC del debate sobre los beneficios o problemas de la liberalización comercial. Así, la OMC pasó a un segundo plano.

Sin embargo, no podemos perder de vista algunas de las cosas por las que la OMC, es un instrumento fundamental en las relaciones comerciales internacionales. A pesar de la existencia de más de 400 acuerdos regionales que contemplan la liberalización arancelaria, la diferencia entre las preferencias arancelarias otorgadas en el marco de la OMC (con base en el arancel de la nación más favorecida) y los aranceles preferenciales previstos en dichos acuerdos equivale a 2% para más de 87% del comercio mundial de mercancías. Otro dato a destacar es que el flujo comercial que goza de trato preferencial con base en instrumentos regionales equivale, cuando mucho, al 30% del comercio mundial.

No obstante que los acuerdos regionales establecen reglas que, en algunos casos, van más allá de las existentes o también abordan materias nuevas, la OMC es el referente normativo para los instrumentos regionales. Por ejemplo, el TPP tiene más de 170 referencias a la OMC.

Por otro lado, temas como antidumping o subvenciones, que representan una parte importante de las restricciones al comercio, únicamente se encuentran regulados por los instrumentos de la OMC. Tampoco debemos olvidar que la OMC es el foro idóneo para discutir la agenda comercial mundial.

Mientras no existan reglas comerciales bilaterales o regionales con actores como China o la India, la OMC seguirá siendo el único foro no sólo para negociar sino para dirimir controversias con dichos actores.

En el mismo sentido, México no tiene acuerdos comerciales bilaterales o regionales con países que representan más de 50% de las exportaciones mundiales de mercancías.

Por último, a pesar de la proliferación de mecanismos regionales de solución de controversias, la OMC se convirtió, de facto, en el único foro para dirimir controversias comerciales entre Estados. Con más de 500 controversias iniciadas a la fecha, el mecanismo de la OMC es un caso de éxito y un referente mundial para la solución de diferencias entre Estados.

La OMC revela hoy más que nunca su importancia. En una época en que los acuerdos regionales son fuertemente cuestionados podemos estar seguros que, aun sin dichos instrumentos, el comercio internacional seguiría funcionando con base en reglas claras ancladas en un mecanismo sofisticado de solución de diferencias. Es buen momento, por ello, para reflexionar sobre si el camino correcto en la liberalización comercial es el multilateral.

Profesor Titular, Facultad de Derecho UNAM.

Juez del Órgano de Apelación de la OMC.

Twitter: @ricardoramirezh

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